El peor cabreo que uno puede tener es consigo mismo, y a mi me pasa bastante a menudo.
Primero hago las cosas y después las pienso, es muy fácil pensar las cosas cuando ya las hiciste, sobre todo, porque estás sufriendo las consecuencias del error cometido.
Te explico, hoy fue el cumpleaños de C y P, por lo tanto hubo comida familiar. Cuando ya no aguanté más, porque todavía vivo de la ilusión de que me llames, me fui, dejando allí a Pa, que no tenía coche, pero por lo que se ve a mi me dio igual (como si tuviese un parche en los ojos que sólo me permitiese ver lo que tengo delante) y me fui al puerto a esperar tu llamada. Pero se me ocurrió que podrías estar allí, ya que fue un día de mucho calor y creo que te gusta ir a darte un chapuzón por allí. Efectivamente, allí estaba tu coche, por lo que busqué una sombra a la espera de que pasaras antes de las 8.30, hora límite para tu llamada. Y sí, antes de esa hora vi como salía tu coche, por lo que encendí el mío con la intención de cruzarme contigo, y también ocurrió, me viste y me saludaste, pero te fuiste. Parece que estamos en la época de las llamadas cada 15 días, pero creo que no lo voy a poder aguantar. Hoy tengo el propósito de no volver a apagar el móvil y esperar la próxima llamada y decir que no, pero no porque no pueda por algo, sino que no porque no. No creo que sea capaz de hacerlo, pero me voy a autoconvencer durante toda esta semana, porque me estoy destrozando la vida. De todas formas, T te quiero |
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