. Así empieza... “Apacible” era la palabra que se habría empleado para describir Brooklyn, Nueva York. Especialmente en el verano de 1912. Como palabra, “sombrío” era mejor, pero no se adecuaba a Williamsburg, uno de sus suburbios. “Apacible” era la única palabra que le convenía, especialmente en el atardecer de un sábado de verano. Ya entrada la tarde, el sol declinaba sobre el patio en penumbra de la casa de Francie Nolan y sus rayos calentaban la madera roída de la verja. El único árbol que había allí no era un pino, ni un abeto. Sus hojas lanceoladas se extendían por las varitas verdes que irradiaban del tronco como si fueran sombrillas abiertas. Algunos lo llamaban el árbol del cielo, pues allí donde caía su semilla crecía otro que luchaba por llegar arriba. |
Relato: claves para dominar el género
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Aunque a menudo se confunde cuento con relato y con microrrelato, hay que
tener claro que los tres son géneros literarios distintos.
Hoy hablamos d...
Hace 5 días
1 comentarios:
Como siempre me lo apunto. besos
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