martes, 22 de septiembre de 2009

lecturas 2009 - XIV


Las costumbres nacionales (Edith Wharton )
La familia Spragg, que se ha hecho rica en una pequeña ciudad del medio oeste, lleva dos años viviendo en Nueva York sin conseguir abrirse paso en su intrincada maraña de jerarquías sociales. Son “gente corriente” que “aún no había aprendido a avergonzarse de ello”. Su hija Undine, ayudada por su encanto y extraordinaria belleza, logra hacerse un hueco en el gran mundo y despertar admiración, aunque no tarda en comprender que en él los hombres la ven como “materia de pura carne”. Persiguiendo la respetabilidad, se casa con Ralph Marvell, miembro de uno de los más distinguidos clanes de la vieja Nueva York, pero habrá de descubrir que no siempre el buen nombre y el dinero van en el mismo lote. Poco dispuesta a renunciar a ninguna de las dos cosas, el matrimonio se convierte en una carrera, como los negocios o las tierras lo son para los hombres. Un atildado conde francés y un enérgico especulador norteamericano la esperan el accidentado –a veces trágico- camino de su ascensión.
Así empieza...
-Undine Spragg, ¿cómo te atreves –protestó su madre, levantando una mano prematuramente ajada y repleta de anillos para salir en defensa de la nota que acababa de entregar un apático botones.
Pero su defensa era tan frágil como su protesta, y siguió sonriendo a su visita mientras la señorita Spragg, con un rápido movimiento de sus jóvenes dedos, se apoderaba de la carta y se apartaba para leerla junto a la ventana.
-Supongo que es para mi –se limitó a decirle a su madre por encima del hombro
-¿Ha visto usted cosa igual, señora Heeny? –murmuró la señora Spragg con orgullo y reprobación.
La señora Heeny, una mujer de aspecto enérgico y profesional, con impermeable, el velo gastado y caído hacia atrás, y un bolso de cocodrilo bastante usado a sus pies, siguió la mirada de la madre con gesto de conformidad y buen humor.

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