domingo, 2 de agosto de 2009

lecturas 2009 - VIII


Un hombre en la oscuridad (Paul Auster)



August Brill ha sufrido un accidente de coche y se está recuperando en casa de su hija en Vermont. No puede dormir, e inventa historias en la oscuridad. En una de ells, Owen Brick, un joven mago que ha adoptado el nombre artístico del Gran Zavello, despierta en el fondo de un foso de paredes muy listasque no puede escalar. No sabe dónde está ni cómo ha llegado hasta allí, pero oye el ruido de una batalla. Hasta que aparece el sargento Serge, que le ayuda a salir del pozo para que Brick pueda cumplir su misón. América está inmersa en una oscura guerra civil. Los atentados del once de septiembre no han tenido lugar, y tampoco la guerra de Irak. Y el joven mago descubre que los EEUU combaten desde hace tiempo, pero contra ellos mismos. Unos cuantos estados -ahora desunidos- han declarado la independencia. Brick no entiende nada. Pero se entera de que su misión es asesinar a un tal Blake, o Block, o Black, un hombre que no puede dormir, y que, como un dios, inventa en la noche esa guerra que no acabará nunca si él no muere. Aunque no se llama Blake, ni Block, ni Black, sino August Brill, y es un crítico literario que ha sufrido un accidente, se está recuperando en la casa de su hija, en Vermont, y no tiene los infinitos poderes de Dios para inventar mundos infinitos, pero puede contarnos una feroz y veraz fábula de nuestros días.
Y así, en un juego fascinante que no nos remite a Borges sino a Giordano Bruno, se despliegan dos novelas. En una, el protagonista es Owen Brick y el escenario unos fantasmales EEUU, sin Irak ni Bush y sumidos en una guerra civil, en una esquinada, reveladora versión de la política americana actual y sus dilemas éticos. La otra es la "novela familiar" del narrador, donde August Brill nos cuenta y se cuenta su propia vida, y descubre y nos descubre, detective insomne y desolado, dilemas, amores, secretos y traiciones.


Así empieza...
Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de insomnio, otra noche en blanco en la gran desolación americana. Arriba, mi hija y mi nieta están cada una en su habitación, también solas: mi hija única Miriam, de cuarenta y siete años, que se acuesta sola desde hace cinco, y Katia, de veintitrés, única hija de Miriam, que antes dormía con un joven llamdo Titus Small, pero ahora Titus ha muerto, y mi nieta duerme sola con el corazón destrozado.


Luz radiante, y luego oscuridad. El sol fulgurado por todos los rincones del cielo, seguido de la negrura de la noche, el silencio de las estrellas, el viento que agita las ramas. Ésa es la monotonía diaria.

1 comentarios:

natalia guerrero dijo...

Hola guapa, como siempre seguiré tu consejo y respecto al post anterior, aunq es facil de decir y dificil de hacer : intenta tener paciencia, no puedes hacer nada más. Besos http://curandoelcorazon.blogia.com/

 
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