miércoles, 28 de enero de 2009

lecturas 2009 - II

A cien millas de Manhattan (Guillermo Fesser)
Estoy en Nueva York; pero no en la ciudad, sino en el estado, que también existe. Resulta que, en la canción, Sinatra estaba dándonos la dirección postal: New York, New York. Como Oviedo, Asturias. Así que yo me encuentro en la segunda parte de la letra. En el paraíso de las ardillas. Intentando adoptar la vida campestre que llevan la mitad de los neoorquinos que figuran en el censo de Albany, la capital del estado. Estoy en Rhinebeck, Nueva York. A cien millas de Manhattan. En una casa construida con madera pintada de gris pálido. En un pueblecito que se parece a los de la maqueta del tren eléctrico que nos traían en Navidad los Reyes Magos. Vivo, señoras y señores, en un bosque tan repleto de vida que podría doctorarme en biología mientras observo a los animales que yacen atropellados en las cunetas de las carreteras.
Estoy a cien millas de Manhattan, donde John Raucci toma aire, aprieta los cordones de sus zapatillas y se dispone para la carrera sin saber que no será ésta la más dura de su vida. donde Steve Mosto, músico de vocación, se dispone para adentrarse cada mañana en los dominios del vapor que emerge del subsuelo de la Gran Manzana.
Aquí el paso de las estaciones acompaña la pesca del salmón, el rumiar de los bisontes en las inmensas praderas, la voz poderosa de los osos, las calabazas de Halloween. Y la melodía del hacha sobre el tronco del arce centenario intensifica el ritual dela recogida del sirope.
En la radio aprendí la importancia trascendental de los silencios en un mundo saturado de palabras. Con la intención de escuchar caí en este pueblo y, antes de que pudiese darme cuenta, me encontré inmerso en una maraña de historias fascinantes e insospechadas. En una América que yo ni siquiera presagiaba que pudiese existir.
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Así empieza...
Prólogo
En julio de 2002 dijo adiós a veinte años de radio y me trasladé con mi familia al pueblo de mi mujer buscando la apacible vida de un lugar pequeño. Durante las horas de emisión había ido aprendiendo que en los programas, supuestamente construidos a base de palabras, los silencios ocupaban un espacio igualmente importante. Un titular causaba más impacto si uno aguantaba el aliento durante tres segundos antes de lanzarlo al mundo. En las entrevistas, los pequeños momentos de difusión en blanco sustituían a los suspiros, a las sonrisas y a los guiños que dotan de vitalidad a nuestra existencia. En un mundo bipolar donde conviven el blanco y el negro, el yin y el yang, elvacío y el infinito, me había ido forjando la teoría de andar por casa de que el pensamiento humando evoluciona cuando se consigue el balance entre sus dos mitades complementarias: la de hablar y la de escuchar.

2 comentarios:

natalia guerrero dijo...

Hl guapa, aunq tarde siempre vengo.. me he apuntado el último libro, (el de los círculos no, pq parece q va de crimenes y yo paso). Respecto a tus otros posts.. paciencia es normal q el amor nos hiera (aunq tengamos problemas más importantes) Pr el amor es así, es nuestro motor. Creo q una vez q tomas la decisión todo es más facil, pq sufres de un tiron y no de a poquitos y pq ese sufrimiento termina un día (no sé decirte cuanton tiempo, pr seguor qmenos de 4 años). Así q si no te hace bien, rompe. Por cierto, yo creo q la química por si sola no ayuda (la he tomado muchos años) ve a la vez a un psicólogo.. Es mucho más efectivo. Ánimo guapa.

teatrera dijo...

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