lunes, 15 de diciembre de 2008

lecturas 2008 - XXVI


Autoayuda (Lorrie Moore)
Tras el éxito de Pájaros de América, que consagró a Lorrei Moore como una de las grandes narradoras de la literatura norteamericana actual, no podía faltar en castellano esta serie de relatos publicada en EEUU en 1986, cuando la autora contaba con veintitrés años. En ellos, Moore dejaba entrever claramente las claves de su estética narrativa: su particular manera de ver el mundo, su voz penetrante y cargada de percepción psicológica.
Girando en torno a ese punto difuso en el que determinadas situaciones de angustia se acercan peligrosamente al ridículo, los nueve relatos que conforman Autoayuda presentan la misma cohesión subterránea de Pájaros de América, inusual en este tipo de colecciones. Sus protagonistas, que acusan una anomalía profunda en las relaciones con sus seres más próximos, sean padres, maridos, amantes o amigos, se encuentran sedientas de una dosis de “autoayuda” que les permita curar sus heridas y protegerse contra nuevas decepciones. Ya sea la falta de una voluntad de compromiso que estropea una relación, o la dificultad de una madre y una hija para hablar de lo que realmente les preocupa, por poner sólo dos ejemplos, las historias de Moore encuentran en su carácter cotidiano y universal la mejor materia para exponer la naturaleza paradójica de la vida. con un agudo sentido del humor y una gran sutileza en el uso del lenguaje, Lorrie Moore ha escogido la estructura formal de un libro de autoayuda para asumir una posición extremadamente crítica con una sociedad que pretende resolver el sufrimiento del ser humano con una receta de manual.

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Así empieza...
Cómo ser la otra mujer
Os conoceréis con gabardinas caras de color beis, una noche espesa como el caldo. Igual que en una película de detectives. Primero, quédate delante del escaparate de Florsheim, en la calle Cincuenta y siete, pega la cara al cristal, mira los Hummels de terciopelo falso que giran alrededor de los zapatos de piel; algunos son blancos como los que lleva tu padre y están apoyados en guirnaldas sobre un montoncito de nieve sintética. Todas las tiendas han cerrado. Ves tu aliento en el cristal. Dibuja un símbolo de la paz. Esperas un autobús.
Él surge de lanada, se parece a Robert Culp, la niebla se espesa, luego se abre, después es como si se volviera a cerrar a su espalda. Te pide fuego y, sorprendida, te sobresaltas levemente, pero le das tus cerillas del Lucky’s Lonunge, “donde el ocio es cosa seria”.

1 comentarios:

natalia guerrero dijo...

Me lo voy a apuntar. besoss

 
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